Jesús perdido y hallado en el Templo

El niño Jesús perdido y hallado en el Templo


Después de la presentación de Jesús en el Templo, el evangelio de Lucas incluye un breve apartado sobre la vida oculta de Jesús. En él, se dice que «el niño crecía, se fortalecía y se iba llenando de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él» (Lc 2 40). A los misterios de la infancia le sigue un periodo calmo en el que Jesús lleva una vida cotidiana normal junto a sus padres.

Sin embargo, un acontecimiento irrumpe en la vida de la Sagrada Familia. Veamos de qué se trata el quinto misterio gozoso: el niño Jesús perdido y hallado en el Templo.

Jesús entre los doctores

El episodio transcurre en el marco de la fiesta de la Pascua, a la que los padres de Jesús asistían todos los años. Cuando Jesús tenía 12 años, subieron a Jerusalén para la fiesta y, al regresar, Jesús se quedó en la ciudad. María y José pensaron que estaría en la caravana, junto con toda la gente que volvía de la fiesta. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén a buscarlo.

Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos cuantos le oían estaban estupefactos, por su inteligencia y sus respuestas.

Lucas 2 46-47

El hecho de que Jesús tenga 12 años cumplidos no es un detalle menor, ya que es la edad en la que los judíos entraban en la adultez y comenzaban participar de la vida religiosa. Esta es la primera Pascua a la que asiste Jesús y, en su primer fiesta religiosa, decide juntarse con los maestros a debatir y preguntar sobre las Escrituras.

Desde el primer momento, e incluso siendo un joven, Jesús indica su rol como predicador y profundo entendedor de la Palabra de Dios. Él dialoga con los sabios y maestros como lo hará durante su vida pública.

El evangelio también marca la sorpresa de quienes escuchan a Jesús. Esto puede ser, en parte, porque era muy joven, pero también puede estar anticipando la admiración que causarán algunas de sus enseñanzas cuando él sea maestro.

Prefiguración de la Pascua

La fiesta en la que trascurre el hallazgo de Jesús en el Templo no es casual. La Pascua es la fiesta más importante del Pueblo de Israel, en la que se recuerda el paso por el Mar Rojo y el final de la esclavitud por parte de los egipcios. La misión de Jesús en nuestro mundo fue la de sellar una Nueva Alianza con el sacrificio de una nueva Pascua.

Esta relación con la Pascua de Jesús está expresada en el episodio de Jesús perdido y hallado en el Templo. Los tres días en que María y José no encuentran a Jesús son un signo de los tres días de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Durante esos días, María vive parte de la angustia que vivirá al pie de la Cruz y experimenta parte de la espada que Simeón predijo que le atravesaría el corazón. Dice Juan Pablo II que «Jesús prepara a su madre para el misterio de la Redención» (Audiencia General, 15 de enero de 1997).

Jesús es hallado en el Templo, lugar sagrado en el que habitaba Dios para los judíos. Más adelante, Jesús también será encontrado al tercer día, tras haber realizado el sacrificio de Redención. Durante su Pascua, él será el templo reconstruido, como anuncia en la purificación del Templo, también durante la fiesta de la Pascua.

«Destruid este santuario y en tres días lo levantaré.» Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del santuario de su cuerpo.

Juan 2 19-21

El Hijo de Dios

Luego de una larga búsqueda, los padres encuentran al niño y María expresa su angustia:

‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos andado buscando, llenos de angustia.’ Él les dijo: ‘Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’. Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Lucas 2 48-50

Otra traducción de este pasaje es «en las cosas de mi Padre». Con estas palabras, Jesús parece indicar que ya inició la misión para la que fue enviado a nuestro mundo. Él marca que «debía» estar ocupándose de las cosas de su Padre y asume que lo que estaba haciendo ya era sabido.

Luego del doloroso momento, María no comprende los motivos del niño y pregunta «¿por qué nos has hecho esto?«. Es una pregunta que muchos solemos hacer en los momentos difíciles y de sufrimiento. María interpreta el comportamiento del niño como un acto de desobediencia.

Pero la respuesta de Jesús descoloca a sus padres todavía más. Frente a su familia humana, Jesús manifiesta que tiene un Padre celestial y revela el Misterio de su Persona. Es la primera vez que Él se reconoce como Hijo.

María había dicho: «Tu padre», designando a José; Jesús responde: «Mi Padre», refiriéndose al Padre celestial.

Juan Pablo II

Al porqué de María, Jesús responde con otro porqué: «¿por qué me buscabais?». Lo que los padres ven como una revelación, para Jesús es la misión que debe cumplir. Lo que es desconcertante para ellos, es evidente para Él.

Palabras finales

El niño Jesús perdido y hallado en el Templo es un episodio que irrumpe en la vida oculta de Jesús y anuncia su rol en el plan divino de Salvación. Jesús será un maestro que dialogará con los conocedores de la Ley y generará sorpresa y admiración entre quienes lo escuchan. Este momento también marca el inicio de su manifestación como el Hijo de Dios, que se ocupa de las cosas de su Padre.

Además de lo que significa para el joven Jesús, el hallazgo en el Templo muestra la perspectiva de su familia humana. María y José viven la angustia de perderlo durante tres días y, luego, cuando lo encuentran, quedan desconcertados frente a las palabras de su hijo. Como señala Lucas, Jesús vivió en total obediencia a su familia durante su vida oculta. Pero la obediencia a Dios ya está presente desde el comienzo de su adultez.

El Misterio también funciona como un hecho simbólico que prefigura el sacrificio pascual. Este episodio del inicio de su vida religiosa prefigura el momento cúlmine de la misión para la que el Padre lo ha enviado.

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