La presentación de María en el Templo

La presentación de María en el Templo


La presentación de María en el Templo es una festividad litúrgica cristiana muy antigua. Se celebra en Oriente desde el siglo VI y fue adoptada por toda la Iglesia de Occidente en el siglo XVI. La fecha recuerda la consagración de María como virgen del Templo de Jerusalén. Te invitamos a conocer esta tradición.

El relato de la presentación de María

La tradición de la presentación de María en el Templo puede rastrearse hasta el siglo II. Esta se relata en el Protoevangelio de Santiago y la Iglesia siempre la ha tomado por cierta.

El texto inicia con la tristeza de Joaquín y el dolor de Ana por no poder ser padres. Dios se apiada de ellos y un ángel se presenta a Ana con el anuncio de un próximo nacimiento. Ana promete, en retorno, entregar a su niño o niña para que sirva en el Templo.

El nacimiento especial de María

El Protoevangelio de Santiago relata que tanto Ana como Joaquín recibieron la visita de un ángel que anunciaba la concepción de María.

He aquí que un ángel del Señor se presentó diciendo:
– «Ana, Ana, el Señor Dios escuchó tu oración. Concebirás, darás a luz y se hablará de tu descendencia en todo el orbe».
[…]
En efecto, un ángel del Señor descendió a presencia de Joaquín y le dijo:
«Joaquín, Joaquín, el Señor Dios escuchó tu oración. Baja de aquí. Mira, Ana, tu mujer, ha concebido en su seno».

Protoevangelio 4: 1 y 4:2.

El Protoevangelio también cuenta que, cuando María tuvo seis meses, su madre la puso en el suelo para ver si ya podía mantenerse en pie. Luego de que la niña diera siete pasos, Ana la levantó y dijo que no la dejaría marchar sobre el suelo hasta el día en que fuera llevada al Templo del Altísimo.

Hizo un oratorio en su habitación y no permitía que nada común e impuro pasara por ella. Y llamó a las hijas puras de los hebreos y la entretenían.

Protoevangelio 6: 1.

Ana y Joaquín presentan a María en el Templo

El relato continúa afirmando que María crecía y se fortalecía mientras sus padres se mostraban agradecidos al Señor día tras día. Joaquín, que era propietario de una buena fortuna, organizó un banquete con los sacerdotes, escribas, el Consejo de Ancianos y todo el pueblo. Y ellos bendijeron a la niña y pidieron a Dios que su nombre fuera alabado por todas las generaciones.

Cuando María tuvo tres años, sus padres decidieron cumplir su promesa y entregarla al Templo.

La niña cumplió tres años, y Joaquín dijo:
– «Llamemos a las hijas puras de los hebreos; tomen una lámpara cada una, y permanezcan encendidas para que no se vuelva atrás, y su corazón no sea cautivado lejos del templo del Señor».
Así lo hicieron mientras subían al templo del Señor. El sacerdote la recibió y, después de besarla, la bendijo y dijo:
– «El Señor Dios ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones. En los últimos días, el Señor manifestará en ti la redención para los hijos de Israel».

Protoevangelio 7: 2.

¿Es confiable la tradición del Protoevangelio de Santiago?

El Protoevangelio de Santiago nunca fue considerado un libro inspirado. Aunque es posible que recoja tradiciones existentes en los primeros años del cristianismo, se piensa que lo hace a la manera de una ficción contemplativa, destinada a incrementar la fe y la conexión con Dios.

La mayor parte de los autores académicos coincide en que no puede extraerse ningún tipo de información valiosa de los textos apócrifos, más allá de la forma en que ciertos grupos cristianos vivían su encuentro con Cristo. Sin embargo, algunos piensan que el autor del Protoevangelio utilizó tradiciones que ya circulaban en las comunidades judeocristianas primitivas.

Megan Nutzman cita a tres autores que llegaron a la conclusión, a partir de estudios independientes (el análisis del término Ἰουδαῖος, la transición de la infancia a la madurez y la pureza ritual), de que el Protoevangelio fue escrito por un judío palestino.

Malcom Lowe analizó el término Ἰουδαῖος en la literatura desde el año 200 a.C. hasta el 200 d.C. y determinó que su significado primario variaba según el origen geográfico de cada autor. Su evaluación de Ἰουδαῖος en el Prot. Stgo. lo colocó firmemente dentro de la categoría de textos originarios de Palestina y le hizo llegar a la conclusión de que el autor era muy probablemente un judío palestino.

Timothy Horner sostenía que la dedicación de María al templo y su retirada de él marcaban su transición de la infancia y la niñez a la madurez. Sostuvo que el autor del Prot. Stgo. alineó cuidadosamente estos acontecimientos con las etapas de la vida de una niña judía y concluyó que el Prot. Stgo. era el producto de una comunidad cristiana con estrechos vínculos con el judaísmo.

Por último, Lily Vuong examinó los temas de la pureza ritual, menstrual y sexual en el Prot. Stgo. y argumentó que reflejan la influencia de las leyes de pureza judías. Según Vuong, estas preocupaciones sobre la pureza y la representación de María como virgen y madre a la vez reflejan un debate sobre el ascetismo entre los cristianos de Siria, una comunidad en la que las leyes rituales de la Biblia hebrea seguían siendo importantes y en la que prevalecían las relaciones estrechas con los judíos locales.

Nutzman, M. (2013). Mary in the Protevangelium of James: A Jewish Woman in the Temple?. Greek, Roman, and Byzantine Studies, 53(3), pp 556-558. (traducción nuestra del inglés)

Las herramientas de la investigación histórica no son suficientes para determinar si María fue o no una virgen del Templo de Jerusalén. A pesar de esto, es posible examinar la evidencia que atestigua, más allá del Protoevangelio, la práctica de entregar niñas pequeñas para ser criadas en el recinto sagrado. Examinaremos esta evidencia a continuación.

Las vírgenes de Israel

La virginidad de una mujer era altamente apreciada en la cultura judía. Si una mujer mantenía relaciones sexuales antes del matrimonio, esto podía significar una mancha en el nombre de su padre y traer inconvenientes a toda su familia. El Eclesiástico o libro de la Sabiduría de Jesús Ben Sirá cuenta las preocupaciones de un padre judío sobre una hija mujer.

Una hija es para su padre una secreta inquietud,
la preocupación por ella le quita el sueño.
Cuando es joven, por si se le pasa la edad de casarse;
si está casada, por si el marido la aborrece;
mientras es virgen, por si se deja seducir
y queda embarazada en la casa paterna;
si está casada, por si es infiel al marido;
en la relación conyugal, por si resulta estéril.
Si tienes una hija atrevida, refuerza la vigilancia,
no sea que te convierta en el hazmerreír de tus enemigos,
comidilla en la ciudad, corrillos en el pueblo,
y te avergüence ante la gente.

Si 42: 9 -11.

Toda mujer debía ser virgen hasta el momento de su matrimonio para no convertirse en una deshonra para su familia. Se esperaba de las jóvenes que llegaran al momento del casamiento en un estado de integridad sexual y moral. Cuando el matrimonio estaba basado sobre la premisa de la virginidad, si el hombre sospechaba que su mujer no era virgen, podía iniciar un juicio y rechazarla.

La idea de virginidad se asociaba estrechamente con la idea de pureza. Algunos estudiosos plantearon la posibilidad de que hayan existido mujeres dedicadas a tareas sagradas en el Templo que, para mantener su pureza, hacían votos de virginidad. Otros sostienen que el Templo contaba con una institución que tomaba a su cargo la crianza de niñas huérfanas hasta el momento de entregarlas en matrimonio. Aunque la mayor parte de los académicos desestiman ambas ideas, ciertos pasajes de la Biblia y del Talmud parecen darles fundamento.

Las vírgenes del Templo en la Biblia

En el libro del Éxodo, hay una breve mención a las «mujeres que servían a la entrada de la Tienda del Encuentro» (Ex 38: 8). El pasaje no aporta más información al respecto, pero podría significar que hubo un servicio sagrado de las mujeres anterior a la construcción del Primer Templo de Jerusalén.

Una segunda mención a las mujeres de la Tienda del Encuentro se halla en el Primer Libro de Samuel.

Elí era muy anciano. Cuando se enteró de lo que sus hijos hacían a todo Israel, y de que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la Tienda del Encuentro, les dijo: «¿Por qué hacéis estas villanías que yo mismo he oído comentar a todo el pueblo? No, hijos míos, los rumores que oigo no son buenos… Si un hombre peca contra otro hombre, Dios será el árbitro; pero si el hombre peca contra Yahvé, ¿quién intercederá por él?».

1 S 2: 22-25

En el texto hebreo, la palabra utilizada para describir el servicio de las mujeres es la misma que se usa para describir el de los levitas. Las mujeres que servían a Yahvé posiblemente cumplían funciones similares a las de ellos. En el pasaje citado, se destaca el carácter de ofensa sagrada realizado por los hijos de Elí al acostarse con ellas.

Una tercera mención, relativa a las vírgenes en reclusión, aparece en el Libro Segundo de los Macabeos. En tiempos del sumo sacerdocio de Onías, el rey Seleuco IV Filopator envió a su ministro Heliodoro a Jerusalén para iniciar el saqueo del Templo.

Las mujeres, ceñidas de sayal bajo el pecho, llenaban las calles; de las jóvenes, que estaban recluidas, unas corrían a las puertas, otras subían a los muros, otras se asomaban por las ventanas. Todas, con las manos tendidas al cielo, tomaban parte en la súplica. Daba compasión ver a aquella multitud confusamente postrada y al sumo sacerdote angustiado y con honda ansiedad.

2 M 3: 19-21

El texto griego que se traduce como «de las jóvenes» es τῶν παρθένων (parthenon). παρθένων es caso genitivo plural de παρθένος (parthenos), que significa virgen. Una mejor traducción sería «de las vírgenes, que estaban recluidas».

El pasaje de 2 Macabeos habla, en general, de la consternación de toda la ciudad. Las mujeres ceñidas de sayal visten de penitencia ante la terrible situación, pero un grupo especial de mujeres corría a las puertas o se subía a los muros. Estas mujeres, las vírgenes recluidas, podrían haber sido servidoras del Templo.

Las vírgenes del Templo en el Talmud

Megan Nutzman, en el trabajo citado anteriormente, presenta un conjunto de párrafos del Talmud que podrían indicar la existencia de vírgenes en el Templo.

La primera referencia de Nutzman pertenece al Tratado Shekalim de la Misná.

The veil of the Temple was a palm-length in width. It was woven with seventy-two smooth stitches each made of twenty-four threads. The length was of forty cubits and the width of twenty cubits. Eighty-two virgins wove it. Two veils were made each year and three hundred priests were needed to carry it to the pool.

(El velo del Templo medía un palmo de ancho. Estaba tejido con setenta y dos puntadas lisas de veinticuatro hilos cada una. La longitud era de cuarenta codos y la anchura de veinte codos. Lo tejieron ochenta y dos vírgenes. Se hacían dos velos al año y se necesitaban trescientos sacerdotes para llevarlo a la piscina.)

Mishna Shekalim 8: 5

En la versión online de la Misná en inglés, las vírgenes de Shekalim 8: 5 aparecen como mujeres jóvenes. Sin embargo, la referencia a las vírgenes en el texto original hebreo no es segura, lo que invalidaría la utilización de este texto como evidencia. Por ejemplo, la traducción española de Carlos del Valle presenta una interpretación diferente.

La cortina tiene el grosor de un palmo, está tejida con 72 cordones, cada uno de los cuales tiene 24 hilos. Su longitud es de 40 codos y su anchura de 20 codos. Estaba hecha de ochocientos veinte mil (hilos). Se hacían dos en todo el año. Trescientos sacerdotes (eran necesarios) para su inmersión.

Siclos 8: 5 (2011) La Misná (Carlos del Valle, Trad.). Editorial Salamanca.

En el mismo tratado (Shekalim 2:6) se cuenta que el tejido de las cortinas del Templo era una tarea encomendada a mujeres, a las que se pagaba con los fondos consagrados al mantenimiento del Templo. En el Tratado Ketubot del Talmud babilónico también se hace referencia a las mujeres que tejían las cortinas del Templo y a la práctica de criar niños para fines rituales.

Rav Naḥman dijo que Rav dijo: Las mujeres que tejen las cortinas que separan el Santuario del Templo del Lugar Santísimo deberían tomar su salario de la colecta de la cámara. Rav Naḥman añadió: Pero yo digo que no se les debería pagar de la colecta de la cámara; más bien, su salario debería salir de los fondos consagrados para el mantenimiento del Templo…

Los Sabios enseñaron: Con respecto a las mujeres que criaban a sus hijos para la novilla roja, es decir, que criaban a sus hijos en lugares especiales para que vivieran toda su vida hasta ese momento en un estado de pureza ritual, permitiéndoles sacar el agua para los propósitos del ritual de la novilla roja, estas mujeres tomaban su salario de la colecta de la cámara.

Talmud babilónico Ketubot 106a (traducción nuestra del inglés).

Este texto del Talmud reconoce, por una parte, que las cortinas del Templo eran fabricadas por mujeres y, por otra parte, que algunos padres ofrecían a sus hijos para ser criados en lugares que garantizaran su pureza ritual. En su conjunto, podría interpretarse como una evidencia de la existencia de una congregación de vírgenes del Templo. Sin embargo, también podría interpretarse como dos prácticas independientes.

Otros textos sobre las vírgenes del Templo

Dentro de la literatura midráshica, el libro Pesikta Rabbati, compuesto entre los años 600 y 900, presenta un relato sobre las vírgenes en el momento de la destrucción del Primer Templo de Jerusalén en tiempos del exilio a Babilonia.

Cuando los sacerdotes y los levitas vieron que el Templo se incendiaba, tomaron sus arpas y trompetas y se dejaron caer con ellas en las llamas y fueron consumidos. Cuando las vírgenes que tejían la cortina del Santuario vieron que el Templo se incendiaba, se dejaron caer en las llamas, para que los enemigos no las violaran, y fueron consumidas.

Pesikta Rabbati 26: 6 (1968) Pesikta Rabbati. Discourses for Feasts, Fasts, and Special Sabbaths – First Volume (William G. Braude, Trad.), p. 535. Yale University Press (traducción nuestra del inglés).

En las antiguas versiones de la Biblia Peshita, de lengua siríaca, se incluía el Apocalipsis de Baruc, apócrifo escrito luego de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén. En este texto se hace referencia a las vírgenes que tejen las cosas sagradas.

Y ustedes, vírgenes, que hilan lino fino y seda con el oro de Ofir, apresúrense y tomen todas las cosas y échenlas al fuego, para que se las lleve a aquel que las hizo, y la llama las devuelva a aquel que las creó, no sea que el enemigo las posea.

2 Baruc 10:19 (1907) Patrologia Syriaca, Tomus Secundus (versión digitalizada por Google). University of Michigan (traducción nuestra del latín).

Valoración de los textos citados

Los textos que hablan sobre las vírgenes tejedoras o las servidoras del Templo abarcan un periodo extenso de años. El Libro del Éxodo y el Libro de Samuel parecen indicar que existió un servicio de mujeres en los tiempos de la Tienda del Encuentro o Tabernáculo. El Pesikta Rabbati y el Apocalipsis siríaco de Baruc, junto a la tradición talmúdica, apoyarían la continuación de ese servicio en el Primer y Segundo Templo de Jerusalén.

Algunos académicos plantean que la evidencia presentada para asegurar la existencia de vírgenes del Templo de Jerusalén es débil, aunque verosímil. Otros, como Nutzman, presentan menos dudas sobre el sentido de los textos y apoyan abiertamente la afirmación de que existió un lugar especial dedicado a las mujeres en el recinto sagrado.

Todas estas fuentes corroboran la existencia de un grupo de élite de mujeres jóvenes encargado de tejer las cortinas que adornaban el templo. Aunque los textos no indican la duración del servicio de las vírgenes, la complejidad del diseño y la ornamentación del velo, así como la exigencia de que se hicieran dos cada año, sugerirían largos periodos de trabajo. Además, los autores de 2 Baruc y el Pesiqta Rabbati suponían que estas vírgenes, al igual que los sacerdotes, se encontraban regularmente en el templo.

Nutzman, M. (2013). Mary in the Protevangelium of James: A Jewish Woman in the Temple?. Greek, Roman, and Byzantine Studies, 53(3), pp 564-565. (traducción nuestra del inglés)

María, virgen del Templo

El Tratado Ketubot enseña que hubo padres que entregaban a sus hijos a un estilo de crianza basado en la pureza ritual. Luego de examinar la evidencia, se torna verosímil que Joaquín y Ana hicieran la elección de presentar a María en el Templo para consagrarla al servicio de Dios.

Si María fue una virgen del Templo y vivió allí en reclusión, debería haber sido devuelta a su familia o entregada en matrimonio antes de su pubertad. El Protoevangelio de Santiago indica que los sacerdotes decidieron ofrecerla en matrimonio por temor a que la joven mancillara el Templo al menstruar. El hecho de que no la devolvieran a su familia podría indicar que el padre de María ya había muerto para ese tiempo. En la ley judía, la mujer pasaba de la potestad del padre a la potestad del marido. Si el padre moría, la mujer era considerada huérfana, incluso si su madre vivía.

Además, el Protoevangelio identifica a las vírgenes del Templo con las mujeres tejedoras del velo del Lugar Santísimo. Esto concuerda con los textos que hemos citado anteriormente.

Hubo una asamblea de sacerdotes y dijeron:
– «Hagamos un velo para el templo del Señor».
Dijo el sacerdote:
– «Llamadme a las vírgenes puras de la tribu de David».
Partieron los servidores, buscaron y encontraron siete. El sacerdote se acordó de la joven María que era de la tribu de David y pura a los ojos de Dios. Partieron los servidores y la trajeron.

Protoevangelio 10: 1.

Para el momento en que fue llamada para tejer el velo, María ya vivía al cuidado de José de Nazaret. El texto indica que permanecía sin mancilla ante Dios, ya que aún no había completado su matrimonio. Una tradición referida por Epifanio el Monje (siglo VIII), el principal biógrafo de María, afirma que el matrimonio con José era tutelar, destinado a cuidar un voto de virginidad perpetua realizado por María. Esto adquiere pleno sentido en el contexto de una crianza como virgen del Templo.

[…] le dieron la Virgen como esposa, no para relación matrimonial, sino para custodia y preservación de su irreprochable virginidad.

Epifanio el Monje (2011). Vida de María (Vol. 8), p. 61. Ciudad Nueva.

Aunque la crianza de la madre de Jesús en el Templo no puede probarse, la lectura del Protoevangelio de Santiago en el contexto más amplio de los pasajes del Antiguo Testamento y la literatura judía, aportan verosimilitud a la idea.

Cronología de la presentación de María en el Templo

La tradición más antigua, representada por el Protoevangelio, afirma que la presentación de María en el Templo tuvo lugar cuando la niña cumplió 3 años, aunque los diferentes manuscritos conservados no tienen acuerdo en cuanto a la edad de salida.

Edad de la presentación de María en el Templo

El papiro más antiguo conservado (Papiro Bodmer 5, siglo IV) afirma que María vivió en el Templo hasta la edad de 12 años (PB 5:17) y que tenía 16 años cuando recibió el anuncio del ángel (PB 5:26). En manuscritos posteriores, la edad de María al momento de dejar el Templo tiende a situarse entre los 14 y 16 años y su edad en el momento de la Anunciación, entre los 15 y 16.

Hacia finales del siglo VII, según puede leerse en la crónica de Hipólito de Tebas, se creía que María había vivido hasta los 14 años en el Templo. El cronista parece considerar, al igual que parece hacerlo Juan Damasceno (De la Fe Ortodoxa, lV, 14), que María vivió durante sus primeros 14 años en el recinto sagrado. No hace referencia a una presentación de María en el Templo a los 3 años de edad.

Pues la Santa Madre de Dios vivió con la humanidad 59 años. En el Templo 14 años, y en la casa de José 4 meses, cuando habiendo sido anunciada directamente por el ángel Gabriel, recibió a nuestro Señor Jesucristo el día 25 de diciembre, con 15 años.

Hipólito de Tebas (Siglo VII). Crónica (Códice A, Fragmento III). En: Diekamp, F. (1898). Hippolytos von Theben: Texte und Untersuchungen. (traducción nuestra del griego).

Epifanio el Monje, quien parte de la Crónica de Hipólito, reintroduce la edad de 3 años no tomada en cuenta por el tebano. Sin embargo, la considera una edad muy temprana para vivir como virgen del Templo. En su lugar, propone que existieron dos presentaciones. La primera presentación de María en el Templo sería a los 3 años para ser bendecida y la segunda, a los 7 años, para quedarse a vivir.

Regresaron a Nazaret y, cuando la niña tuvo siete años, de nuevo sus padres la condujeron a Jerusalén y la ofrecieron al Señor, consagrada para todos los días de su vida. Poco después de esto murió Joaquín, su padre, contando según dicen ochenta años. María no se apartaba del Templo, ni de día ni de noche. Ana, dejando Nazaret, fue a Jerusalén y estaba con su hija María y, habiendo pasado dos años, murió a los setenta y dos de su edad.

Epifanio el Monje (2011). Vida de María (Vol. 8), pp. 42-43. Ciudad Nueva.

Edad de la salida de María del Templo

La tradición más temprana, incluida en el Protoevangelio, afirma que María dejó el Templo a los 12 años y estuvo al cuidado de José 4 años antes de recibir el anuncio del ángel. La tradición posterior modificó la edad de la salida a 14 años y redujo a 4 meses la convivencia con José previa al embarazo.

La afirmación de que María no salió del templo hasta los 14 años se encuentra en Hipólito, Epifanio el Monje, el Evangelio del Pseudo-Mateo, la narración apócrifa De Nativitate Mariae, el códice Fb (Vaticanus 455 saec. 11) del Protoevangelio, Georgios Kedrenos, Miguel Glicas y otros en tiempos posteriores. Si bien Epifanio sigue a Hipólito en esta tradición tardía, modifica el intervalo de tiempo entre la mudanza a la casa de José y el anuncio del ángel, que supone de 6 meses.

Es posible que el cambio de los 12 años originales a 14 años haya tenido la intención de acortar el lapso de 4 años transcurridos hasta el anuncio del ángel. Un periodo de 4 años entre los esponsales y las bodas puede haber parecido excesivo en las sociedades medievales. Sin embargo, era costumbre entre los judíos esperar a una edad más adecuada para completar el matrimonio cuando se celebraban esponsales con una mujer muy joven. La cronología más antigua, con 4 años transcurridos desde los esponsales entre María y José hasta la Anunciación, es más acorde con la cultura judía del siglo I.

Una vida de entrega al Señor

Epifanio el Monje, en su Vida de María, cuenta que María permaneció en el Santuario y en el Templo sirviendo a los sacerdotes. No volvió a su casa, tal vez porque sus padres ya habían fallecido. A continuación, pasa a describirla como modelo de virtud y de vida de las vírgenes consagradas.

Su índole y conducta era así: respetable en todo, hablaba poco, obedecía con prontitud, era afable y muy modesta con los varones, seria y sosegada, fervorosa en la oración, reverente, cortés y respetuosa con los hombres, de tal manera que todos admiraban su inteligencia y sus palabras.

[…]

Sin ningún orgullo, opuesta a la fastuosidad y a la molicie. Poseía una extraordinaria humildad y por eso Dios puso en Ella sus ojos, como dijo Ella misma glorificando al Señor. Prefería llevar vestidos sin teñir, como lo atestigua su sagrado velo.

Epifanio el Monje (2011). Vida de María (Vol. 8), pp. 45-47. Ciudad Nueva.

Al igual que otros Padres de la Iglesia, Epifanio realiza profundas reflexiones sobre la virtud de María. En esto, la Iglesia siempre ha seguido el ejemplo de Lucas, quien destacó en su evangelio la especial pureza de la madre de Jesús. El evangelista resume la absoluta entrega de María a los planes de Dios al poner en sus labios las siguientes palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

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