Bodas judías en el tiempo de Jesús

Las bodas judías en el tiempo de Jesús


Las bodas judías aparecen varias veces mencionadas en los evangelios como parte de la enseñanza de jesús. Sin embargo, no las conocemos en detalle, ya que sólo contamos con un material escaso y fragmentado sobre ellas. Se han propuesto varias reconstrucciones de la forma en que se celebraban las bodas judías en el tiempo de Jesús. Te invitamos a conocer los puntos centrales .

La elección de pareja

En general, el matrimonio en la cultura judía era el resultado de una negociación compleja entre los padres y las preferencias de los hijos. Si bien un padre podría arreglar con otro la entrega en compromiso de su hija, también se esperaba que los implicados aceptaran la propuesta. Muchas veces, debido a la edad tardía en que se producían los casamientos, los compromisos se basaban en la libre elección entre las partes de la pareja.

Suele encontrarse en la literatura que los matrimonios en el antiguo Israel se realizaban a una edad muy temprana, poco antes de los 20 para los hombres y después de los 12 para las mujeres. Sin embargo, existen referencias de matrimonios celebrados a edades más tardías, con una edad aconsejada de entre 20 y 30 años para los hombres y hasta los años veinte para las mujeres.

Michael Satlow cita un ejemplo de una historia culturalmente significativa con respecto al compromiso de una joven mujer.

Un hombre dijo [a su mujer]: «A mis parientes [nuestra hija debe ser desposada]». Ella respondió que a los parientes suyos y le insistió hasta que él le dijo que podía [desposarse] con los parientes de ella.

Cuando estaban comiendo y bebiendo [inmediatamente antes de los esponsales], uno de los parientes de él subió y la desposó.

Talmud Babilónico. Citado en: Satlow, M. (2001). Jewish Marriage in Antiquity, 114, Princeton University Press (traducción nuestra del inglés)

En los casos en que los padres no arreglaban el matrimonio, era usual que el hombre buscara una buena esposa recurriendo a los consejos de su padre o hermano. Al encontrarla, se presentaba ante los varones de la familia de ella con el objetivo de pedir su mano y de ser encontrado digno. Una vez acordado el futuro matrimonio, las familias de los novios comenzaban a discutir los términos del acuerdo de esponsales.

En el mundo antiguo, toda familia era una unidad económica. Cuando una mujer se casaba, fundaba una nueva unidad económica junto a su marido. Para su grupo familiar de origen, esto significaba una reducción de ingresos por la pérdida de uno de sus miembros productivos. Por esto, la sociedad judía estableció el otorgamiento de un valor monetario como mecanismo compensatorio para la familia de la mujer. En Génesis 29 se cuenta cómo Jacob debió trabajar siete años para compensar a su suegro Labán por Raquel, y otros siete años por su hermana Lía.

Es posible que el compromiso quedara sellado formalmente en un contrato con la entrega del dinero acordado y un banquete de esponsales.

Los esponsales

Según la Biblia, el contrato de esponsales, por el cual la mujer quedaba prometida a su futuro marido, tenía consecuencias legales similares a las del matrimonio. A partir de su celebración, la mujer ya era considerada como si fuera la esposa del hombre. Según se lee en el libro del Deuteronomio, acostarse con una mujer comprometida representaba una humillación que era castigada con la pena capital.

Si una joven virgen está prometida a un hombre y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, los sacaréis a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearéis hasta que mueran: a la joven por no haber pedido socorro en la ciudad, y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.

Deuteronomio 22:23-24

Satlow señala que el contrato de esponsales había perdido importancia hacia el tiempo de Jesús. Los escritos de la época parecen reflejar cierto desconocimiento sobre cómo debía interpretarse la cuestión de los esponsales. Es posible que, hacia el siglo I, se tratara de una práctica en desuso reemplazada por una concepción de tipo moral sobre el compromiso. Sin embargo, el Evangelio de Mateo hace una utilización técnica adecuada de los términos legales para este tipo de contrato, lo que parece indicar que la práctica se encontraba viva en Galilea.

El banquete de esponsales era una celebración de carácter público que tenía el objetivo de anunciar, mediante el encuentro social, que una joven había sido prometida en matrimonio. Es posible que se celebrara en la casa de la novia y que el novio fuera invitado. Los Talmudim babilónico y palestino difieren en este punto. Según el primero, la celebración era abierta a todo el mundo. Según el segundo, era una celebración únicamente de mujeres.

En cuanto a los dones entregados, parecen haber existido tres tipos. Los primeros estaban relacionados con el pago del banquete de esponsales, signo del compromiso asumido por el novio con la futura boda. Los segundos eran regalos destinados a la novia, que ella se encargaría de llevar consigo a su nuevo hogar una vez realizada la boda. El tercer tipo corresponde a regalos desinteresados destinados a la familia de la novia para su propio consumo, sin expectativas de devolución.

Entre los esponsales y las bodas judías

El tiempo entre los esponsales y las bodas judías podría haber sido muy variable según la zona geográfica. Hay registros de que una mujer podía ser prometida siendo menor de edad y el compromiso podía durar hasta después de un año de cumplida la mayoría de edad. También hay registros de que se esperaba que las bodas se realizaran a los tres meses de los esponsales. Debido a la gran variabilidad de prácticas en las bodas judías del siglo I, no es posible fijar una duración promedio entre el contrato de esponsales y la celebración de la boda.

En este periodo, la mujer seguía viviendo en la casa de su familia de origen hasta la realización de la boda. En la región de Galilea, es posible que se viera afectada por algunas responsabilidades y obligaciones legales propias de una esposa. También es posible que las familias se tomaran este tiempo para reunir y organizar los recursos necesarios para la boda, principalmente el ajuar.

Durante el tiempo transcurrido entre esponsales y bodas judías, se esperaba que la novia permaneciera en castidad. Parece desprenderse de la Tosefta que este requisito era más exigente en algunas regiones que en otras. En Galilea, la virginidad habría sido un valor mayor que en Judea, donde se sospechaba que la práctica del sexo pre matrimonial entre comprometidos estaba bastante extendida y se tomaban medidas acordes para evitarla.

La celebración de las bodas judías

La celebración de la boda daba un nuevo estatus social al hombre, que lo dotaba de respetabilidad y lo habilitaba para la participación política. En este sentido, era un evento importante para afianzar los roles sociales masculinos. Para la mujer, significaba su acceso legítimo a la vida sexual y al cumplimiento del mandato reproductivo.

Si ambos miembros de la pareja contraían matrimonio por primera vez, las bodas se desarrollaban según tres componentes principales: procesión, consumación y celebración.

Las procesiones en las bodas judías

Las procesiones solían realizarse desde la casa paterna de la novia hacia la futura residencia que ocuparía con el marido. A veces, el novio participaba en esta etapa.

La función de las procesiones era triple: simbolizar la separación de la novia con respecto a su familia, proveer una prueba pública de que un matrimonio legítimo con una virgen estaba teniendo lugar y reforzar el valor social del matrimonio.

La novia era llevada en una litera y la procesión se acompañaba con música. La pareja iba adornada con guirnaldas para simbolizar la alegría extrema de la unión esperada. Es posible que el uso de guirnaldas tuviera que ver con algún simbolismo real de que los novios se convertían en reyes por un día.

A medida que la procesión avanzaba, se arrojaba comida delante de los novios y se cantaban canciones de bodas para desear un matrimonio fértil.

La llegada del novio

La parábola de las diez vírgenes utilizada por Jesús para hablar de la venida del Reino de los Cielos (Mateo 25: 1-13) muestra un aspecto importante de las procesiones en las que participaba el novio. La novia debía esperarlo en vela, simbolizando que no sabía a qué hora habría de llegar a buscarla.

Las amigas de la novia esperaban, con sus lámparas de aceite encendidas, la llegada del novio que se presentaba en medio de la noche para dar inicio a la procesión. Al llegar éste, ellas alumbraban su camino hacia la novia y luego acompañaban con sus lámparas la procesión hasta llegar a la casa del novio -generalmente su casa paterna- y participar allí del banquete festivo.

La consumación

Las menciones a este momento de la boda son escasas en la literatura. Por algunas referencias indirectas, es posible suponer que la procesión llevaba a los novios hasta la nueva casa, donde se encontraba una habitación especialmente preparada para consumar el matrimonio.

Ese mismo día, los novios posiblemente hacían un pequeño sacrificio de bodas y recitaban una oración antes de proceder a acostarse en el lecho conyugal. Mientras tanto, la fiesta podría haber continuado afuera hasta bien entrada la noche.

A la mañana siguiente, era tarea de las familias de ambos novios determinar si el matrimonio había sido consumado exitosamente.

La celebración

Se piensa que la celebración duraba apoximadamente unos siete días. Al menos, esa era la cantidad de días por las que se rentaba un salón para una fiesta.

Existen muchas historias sobre rabinos que celebraban fiestas de bodas para sus hijos, a veces en el hogar de otros rabinos. En estas fiestas, la recitación de la bendición de los novios tenía un lugar central. Se necesitaba que diez hombres estuvieran presentes para recitar esta oración, lo que se hacía varias veces durante la fiesta.

Si las celebraciones de las bodas judías duraban siete días, es posible imaginar que requerían movilizar una gran cantidad de recursos, principalmente alimentos y bebidas. Sabemos que estas fiestas se acompañaban con vino para alegrar los ánimos y bailar al son de la música. En el Evangelio de Juan se cuenta que la costumbre con respecto a los vinos era servir primero los mejores y luego, ya avanzada la fiesta, los de menor calidad.

En las bodas de Caná, le llevaron a Jesús seis tinajas de piedra llenas de agua, de dos o tres medidas cada una, para convertirlas en vino y salvar el último tramo de la fiesta. La palabra en griego utilizada por Juan para la medida es μετρητὰς (metretas), equivalente a 72 sextarii o 22 litros. Una tinaja de dos medidas tendría una capacidad para 44 litros y una de 3 para 66 litros. Los invitados habrían bebido aproximadamente unos 330 litros de vino en los últimos días de la fiesta. El dato encaja bien con una fiesta muy numerosa o con un periodo prolongado de fiesta.

Una imagen aproximada

La mayor parte de los datos sobre las bodas judías del siglo I han llegado a través de referencias indirectas. El Talmud sólo se ocupa del tema cuando concierne a una superposición con otros días festivos o para tratar las cuestiones legales derivadas de las acusaciones de infidelidad o de falta de virginidad en la mujer. Otros textos realizan breves menciones en el marco de temas más amplios.

La imagen que podemos obtener sobre estas celebraciones, tan lejanas en el tiempo, necesariamente será aproximada y repleta de suposiciones. Hemos intentado brindar una imagen posible basándonos en la detallada exposición de Michael Satlow, Jewish Marriage in Antiquity. El lector que desee profundizar en el tema puede encontrar allí un conjunto de referencias y discusiones valiosas no consideradas en nuestra publicación.

1 comentario en “Las bodas judías en el tiempo de Jesús”

  1. José M. Cordero

    Excelente este material de consulta. Ya estaba leyendo algunos textos de supuestos estudiosos que a partir de la parábola de las diez doncellas dejaban el tema de que Jesús no habría condenado la poligamia lo cual no sería congruente con la estricta definición de adulterio que enfatiza en el Evangelio de Mateo. Espero que todos los sacerdotes recurran a sitios como este para que les ayude a preparar sus homilías y a no llevar mensajes erróneos al pueblo.

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