estrella de Belén

Los reyes magos y la estrella de Belén


La historia de los reyes magos y la estrella de Belén posee una larga tradición en el cristianismo. Aunque relatada brevemente en el Evangelio de Mateo, cada generación de cristianos agregó elementos propios y originales para enriquecer su interpretación. En la actualidad, la recordamos cada 5 o 6 de enero cuando los niños se preparan para recibir sus regalos.

Entre los académicos, la interpretación mayoritaria sostiene que la historia de los magos es un intento del evangelista Mateo para convencer a los paganos de convertirse al cristianismo. Si los reyes magos, siendo paganos, adoraron al rey de los judíos, todos los pueblos de la tierra deberían hacer lo mismo.

Sin embargo, la interpretación simbólica de la historia de los reyes magos es solamente una opinión entre muchas. Esta opinión se deriva del consenso general en interpretar el evangelio de Mateo como un escrito simbólico con finalidad teológica.

La principal dificultad para estudiar el tema, además de todos los elementos agregados por tradiciones posteriores al relato, es la escasez de fuentes históricas. Por este motivo, la mayor parte de los historiadores del periodo prefieren no abordarlo y sólo unos pocos han intentado encontrar un contexto que dé verosimilitud a la historia.

El origen del relato de los reyes magos

Es difícil imaginar, para la subjetividad de nuestro tiempo, que pueda haber elementos históricos en un relato de unos magos desconocidos que viajan largas distancias desde oriente guiados por una estrella mágica. Por este motivo, el pasaje sobre los reyes magos del Evangelio de Mateo suele interpretarse de manera simbólica y evocar, para los fieles, cierta simpatía por la piadosa imaginación de los primeros cristianos.

Las tradiciones acumuladas durante siglos y el hecho de que, desde el siglo XIX, los reyes magos se hayan convertido en motivo de una celebración infantil, nos hace pasar por alto que la historia fue considerada real por los primeros lectores del evangelio.

Si revisamos atentamente el relato de Mateo, descubriremos que los reyes magos no eran reyes, ni eran tres. También comenzaremos a dudar de que la estrella de Belén haya sido un fenómeno mágico o sobrenatural. Pero si el origen de este relato es histórico, ¿cómo interpretarlo correctamente?

Los magos en el Evangelio de Mateo

Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».

El rey Herodes, al oírlo, se sobresaltó, y con él toda Jerusalén. Así que convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le respondieron: «En Belén de Judea, porque así lo dejó escrito el profeta:

Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres, no, la menor
entre los principales clanes de Judá;
porque de ti saldrá un caudillo
que apacentará a mi pueblo Israel».

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y, gracias a sus datos, pudo precisar el tiempo de la aparición de la estrella. Después los envió a Belén con este encargo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino. La estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre. Entonces se postraron y lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Pero, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

Mt 2: 1-12

Los magos en la interpolación de la traducción eslava de Josefo

En una versión temprana de la obra Las guerras de los judíos del historiador judío Flavio Josefo, hallada en Rusia a finales del siglo XIX, aparece otro relato sobre la visita de los magos al rey Herodes. El pasaje se considera una interpolación posterior a la obra, pero su importancia radica en que el texto no parece tener origen cristiano y, con seguridad, no sigue al evangelio de Mateo.

Habiendo hablado así, [Herodes] los envió a los guardianes, escoltándolos, y nombrando también a otros guardias que conocían la lengua persa para que escucharan lo que decían. Cuando se reunieron con un persa que estaba [allí], comenzaron a lamentarse, diciendo:

«Nuestros padres y nuestros hijos han sido excelentes astrólogos y, observando las estrellas, nunca han mentido. Y nosotros también, enseñados por ellos, nunca hemos tergiversado el mensaje de las estrellas. ¿Qué puede ser esto? ¿Engaño o error? La imagen de la estrella se nos apareció significando el nacimiento de [un] rey por el que el mundo entero sería sostenido. Y contemplando esa [estrella] hemos estado haciendo nuestro recorrido durante año y medio hasta esta ciudad; y no hemos encontrado al hijo de un rey. Y la estrella está [ahora] oculta para nosotros. ¡En verdad hemos sido engañados! Pero enviaremos al rey los regalos que habíamos preparado para el niño y le pediremos que nos deje [volver] a nuestra patria».

Y mientras hablaban así, los guardias se acercaron al rey y le contaron todo. Y él mandó llamar a los persas. Pero mientras iban de camino, se les apareció [de nuevo] aquella notable estrella. Y se llenaron de alegría. Y fueron de noche a Herodes con valentía. Y él les dijo [confidencialmente], lejos de todos [los demás]: «¿Por qué entristecéis mi corazón y angustiáis mi alma al no decir la verdad? ¿Por qué habéis venido aquí?»

Ellos le respondieron: «Rey, no tenemos doble lenguaje. Sino que somos hijos de Persia. La astronomía, que es nuestra ciencia y nuestro oficio, la tomaron nuestros antepasados de los caldeos. Al contemplar la estrella nunca nos hemos equivocado. Y una estrella [de] inefable [belleza] se nos apareció, separada de todas [las demás] estrellas,pues no era uno de los siete planetas, ni uno de los lanceros, ni uno de los espadachines, ni uno de los cometas, sino que era sumamente brillante como el sol, y era jubilosa, y contemplándola hemos llegado hasta ti. Y mientras estábamos aquí, la estrella desapareció hasta el presente [momento]. Pero ahora, cuando veníamos hacia ti, ha aparecido [de nuevo]».

Y Herodes dijo: «¿Puedes mostrármela?». Y ellos respondieron: «Creemos que todo el mundo la ve». Y salieron a un pórtico abierto y le mostraron la estrella. Y cuando Herodes la vio, se maravilló mucho. Y adoró a Dios, pues era un hombre devoto. Y les dio una escolta [compuesta por] su hermano y [algunos] nobles, para que fueran a ver al nacido.

Pero cuando iban de camino, la estrella desapareció de nuevo, y volvieron otra vez. Y los persas le rogaron que los dejara ir por su cuenta, [prometiendo] que, habiendo buscado [al niño], volverían y se lo contarían. Y le hicieron un juramento, creyendo que la estrella les diría que volvieran por ese camino. Y siguieron la estrella.

Leeming, H. & Leeming, K. (2003). Josephus’ Jewish War and its slavonic version, pp. 179-180, Brill, Boston (traducción nuestra del inglés).

Comparación de los relatos

El relato de Mateo está construido a partir del punto de vista de los magos. Para ser más precisos, relata lo que los magos podrían haber contado ante el entorno familiar de Jesús. El evangelista da a entender, al citar los sueños de los magos y de José, que obtuvo información de carácter privado para escribir la historia.

La autoría del Evangelio de Mateo fue atribuida, desde los primeros años, al cobrador de impuestos que Jesús llamó para ser apóstol. Con el paso de los siglos, algunas personas comenzaron a dudar de la autoría de Mateo y, en la actualidad, muchos académicos repiten gustosamente que el evangelio era originalmente anónimo, aunque sin aportar pruebas concluyentes. Como existe una amplia evidencia que respalda la autoría de los evangelios por parte de Marcos, Mateo, Lucas y Juan, partiremos aquí del conocimiento tradicional.

Mateo, como apóstol, fue una persona cercana a Jesús y conoció, con seguridad, a su familia. Tuvo oportunidad de escuchar historias sobre la infancia del Mesías, hablar con María y conocer algunas cosas sobre el difunto José. Si la historia de los magos de Oriente fue real, el evangelista sólo pudo haberla conocido en alguna conversación con la madre de Jesús o algún familiar cercano. Podemos suponer que, al momento de escribir el evangelio, Mateo decidió incluir los pocos detalles que recordaba.

El relato de la interpolación de la obra eslava, a diferencia del que presenta Mateo, no está contado desde el punto de vista del entorno familiar de Jesús. Si se examina con detalle, la historia se cuenta desde el punto de vista de alguien cercano al rey. Una vez que los reyes magos parten, ya no se sabe nada más de ellos.

Ambos relatos continúan con la matanza de los inocentes, luego de que el rey Herodes se diera cuenta de que los magos ya no iban a regresar. Sin embargo, el modo en que se suceden los acontecimientos es diferente. El relato de la obra de Josefo no sigue a Mateo, lo que sugiere una tradición independiente para el origen de la historia.

Se sabe que la fuente que tomó Flavio Josefo para obtener información sobre el reinado de Herodes el Grande fue el historiador Nicolás de Damasco. Nicolás era amigo y consejero del rey y, posiblemente, la única persona capaz de obtener la información presentada en el relato de la obra eslava. Se podría suponer que el fragmento relativo a los magos y la matanza de los inocentes pertenece al propio Josefo. Sin embargo, no hay datos que permitan corroborar la autoría o a Nicolás de Damasco como fuente de información.

La obra eslava de Las guerras de los judíos no ha recibido la atención que merece dentro del mundo académico. Hay motivos para sospechar que se trata de la traducción de un borrador temprano del texto griego. Con respecto a la historia de los magos y la matanza de los inocentes, lo más prudente es considerarla una interpolación de carácter no cristiano.

¿Quiénes eran los reyes magos?

No es posible determinar quiénes fueron los reyes magos a partir del relato de Mateo, pero el evangelista aporta algunos datos que podrían ayudar a obtener información indirecta. Es sabido que los magos eran los sabios de la antigüedad, conocedores de la matemática y astronomía de su época. Tuvieron un papel importante en la corte de Persia desde el siglo VI a.C., pero también formaron parte de las cortes babilónica y nabatea.

El evangelista solamente los nombra como «magos de Oriente», pero su relato incluye otras características, de manera directa o indirecta.

  • Los magos tienen conocimientos de astronomía.
  • Están interesados en el nacimiento de un rey judío.
  • Estudian el cielo en busca de signos del cumplimiento de las profecías mesiánicas.
  • Disponen de recursos económicos para conseguir oro, mirra e incienso.
  • Conocen la casa real de David, ya que reconocen la realeza de Jesús y le presentan homenaje.

En base al relato de Mateo, tradicionalmente se han propuesto distintos orígenes para los magos.

Magos de la corte de Persia

Los magos pertenecían originalmente al pueblo medo. No se conoce demasiado sobre sus orígenes, pero se supone que eran similares a chamanes. Cuando el Imperio medo fue conquistado por Ciro el Grande en el año 550 a.C., los magos pasaron a formar parte del Imperio aqueménida.

El imperio aqueménida, al incorporar los territorios del actual Irán, recibió una fuerte influencia cultural de su historia religiosa, especialmente de las enseñanzas del profeta Zoroastro o Zaratustra. Los magos, conocedores de las antiguas tradiciones tribales de su pueblo, se convirtieron pronto en intérpretes de las palabras del profeta y en sacerdotes de la que sería la religión oficial persa, el Zoroastrianismo.

El poder de los magos fue tal que se convirtieron en consejeros del rey y conformaron un consejo que aprobaba incluso la coronación de nuevos reyes o su deposición. Durante el gobierno de Ciro el Grande, los magos llegaron al apogeo de su poder. Pero, al morir éste en el 530 a.C., los conflictos con la realeza comenzaron.

Luego de llevar adelante la deposición del sucesor de Ciro, Cambises II, los magos sufrieron un duro castigo por parte de Darío I el Grande. Gaumata, un líder de los magos, haciéndose pasar por el hermano de Cambises, sublevó al pueblo en contra del rey. Cambises, al ver que no podía recuperar su gobierno, se suicidó. Darío I escarmentó a los magos masacrando a Gaumata, sus seguidores y a cada mago que encontrara en las calles.

Muchos magos se vieron forzados al exilio y los que se quedaron fueron readmitidos en la corte por Xerxes, el hijo de Darío. Pero los lugares que ocuparon fueron de un poder cada vez más limitado. En tiempos del Imperio parto, la posición social de los magos continuó su decadencia. Para el tiempo del nacimiento de Jesús, difícilmente habrían contado con recursos económicos y con la aprobación del rey Fraates V para hacer un costoso viaje en busca de un rey judío recién nacido.

El filósofo judío Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús, escribió sobre los magos persas.

Y también dentro del mundo no griego, en el que las obras se estiman más que las palabras, existe una numerosísima hueste de hombres de elevadas cualidades. Entre los persas está la casta de los magos, los que en silencio investigan las obras de la naturaleza para alcanzar el conocimiento de la verdad, y mediante visiones más claras que las palabras reciben y comunican las sagradas revelaciones.

Triviño, J. M. (1976). Obras Completas de Filón de Alejandría V, p. 80, Acervo Cultural Editores.

Magos nabateos

Una hipótesis alternativa sobre la procedencia de los magos es presentada por Dwight Longenecker en su libro Mystery of the Magi. El autor propone que la expresión de Mateo «magos de Oriente» debe entenderse como magos procedentes del reino nabateo. Los nabateos, procedentes del norte de Arabia, ocupaban las tierras al este de Judea desde el siglo IV a.C. Eran conocidos por ser grandes comerciantes de oro, incienso y mirra.

La cultura nabatea era descendiente de Abraham a través de su hijo Ismael. Es posible que estuviera fuertemente influida por una tradición abrahámica anterior a la ley de Moisés, reforzada por el asentamiento de colonias israelitas luego del exilio babilónico. Longenecker, citando varios estudios académicos, supone que los nabateos conservaban una forma de religión cercana a la del Primer Templo e influenciada por la esperanza profética del nacimiento de un Mesías.

La región, además de recibir a los judíos del exilio, también dio acogida a los magos que escaparon de la masacre de Darío I. El ultimo rey del Imperio neobabilónico, Nabonido, habría impulsado el monoteísmo en la región mediante una teología que combinaba el Zoroastrianismo con las tradiciones judías.

De la tradición teológica nabatea habrían salido los magos que, luego de evaluar que el tiempo del Mesías había llegado, se dirigieron hacia la corte del rey Herodes. El autor especula que, luego de la visita a Herodes, ya no pudieron regresar a su tierra y se alojaron en Damasco. Desde allí, habrían jugado un papel esencial en la preparación de la teología cristiana. En apoyo de esta interpretación, refiere que Tertuliano y Justino Mártir asociaban a los magos con Damasco.

Porque si el Espíritu profético no hubiera precisado: «Antes de saber el niño decir «padre» y «madre», tomará la potencia de Damasco y los despojos de Samaria, delante del rey de los asirios»; sino que hubiera dicho simplemente: «Dará a luz un hijo y tomará la potencia de Damasco y los despojos de Samaria», podrían decir que, como Dios preveía que Ezequías había de tomar eso, lo predijo.

Pero lo cierto es que la profecía lo dijo con esa precisión: «Antes de saber el niño decir «padre» y «madre» tomará la potencia de Damasco y los despojos de Samaria». Ahora bien, ustedes no pueden demostrar que eso sucediera jamás a ningún judío; nosotros, en cambio, podemos demostrar que se cumplió en nuestro Cristo. Porque apenas hubo nacido, unos magos vinieron a adorarle desde Arabia, después de presentarse a Herodes, que era entonces rey de su tierra…

Este rey Herodes fue informado por los ancianos de su pueblo que habían llegado los magos de Arabia, quienes decían haber visto aparecer una estrella en el cielo y conocido por ella que había nacido en la tierra de ustedes un rey, a quien ellos venían a adorar…

Llegaron, pues, los magos de Arabia a Belén, adoraron al niño y le ofrecieron sus dones: oro, incienso y mirra…

Justino Mártir. Diálogo con Trifón, 78.

Longenecker también refiere que Tertuliano (160 – 200 d.C.), Clemente de Roma ( ? – 97 d.C.) y Epifanio de Salamis (310/320 – 403 d.C.) suscribían a la tradición de que los reyes magos provenían de Arabia.

Las ofrendas de los reyes magos y la realeza de Jesús

Dice el evangelio de Mateo que los magos ofrendaron a Jesús oro, mirra e incienso. La tradición ha intentado descubrir los simbolismos escondidos en estos regalos, pero poco se ha avanzado en relación a su interpretación histórica.

En la antigüedad, las ofrendas eran comunes entre la realeza. En general, cuando había un acontecimiento importante en la vida de un rey, los aliados enviaban parte de su producción económica para rendirle homenaje. Cada pueblo, ante una conquista o el nacimiento de un heredero al trono, enviaba aquellos productos que lo destacaban y diferenciaban del resto.

Oro, mirra e incienso eran los productos centrales de Nabatea, que los comercializaba en grandes cantidades. Las caravanas de camellos o caballos partían regularmente hacia todos los pueblos de la zona llevando la producción. La entrega de estos bienes a Jesús indica que es muy probable que los magos hayan sido nabateos.

El homenaje de los magos fue también un reconocimiento del origen real de la familia de Jesús y del derecho del niño recién nacido al trono de David. De no haber sido así, la entrega de las ofrendas no habría tenido sentido.

Después del encuentro, los magos debieron tomar otro camino de regreso. Una tradición indica que no volvieron a su patria. A causa de haber homenajeado a un miembro de la casa de David, habrían provocado el enojo tanto de Herodes como de Aretas IV, el rey nabateo.

Mateo cuenta que, luego de la matanza de los inocentes, María y José volvieron a Israel, pero no se instalaron en Belén. En lugar de eso, se dirigieron a Nazaret, un área rural, por temor a que Arquelao, hijo de Herodes y etnarca de Judea, tomara represalias. Toda la situación sólo puede entenderse si la genealogía de Jesús lo hubiera habilitado de derecho para el acceso al trono de David.

La realeza de los magos

Los magos no fueron considerados reyes hasta que la tradición cristiana comenzó a recordarlos de esa manera después del siglo III. Es probable que la confusión se haya originado a partir de la asociación entre la casta sacerdotal persa y su participación en la corte. Si las cortes nabatea y babilónica también incorporaron magos entre sus miembros, es posible que esto haya reforzado la asociación.

En la actualidad, estamos lejos de comprender con precisión el oficio de los magos. Cada vez que pensamos en ellos, no podemos separarlos de la celebración del día de reyes, el pesebre del niño Jesús y los ya clásicos nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Solamente podemos especular acerca de su lugar de origen. Pero podemos estar seguros de una cosa: sin importar cuántas funciones cumplieran, los reyes magos eran astrónomos e intérpretes de los signos de Dios. Por este motivo, emprendieron el viaje a Jerusalén confiados en su interpretación del cielo.

¿Qué fue la estrella de Belén?

Determinar qué fue exactamente lo que los reyes magos estudiaron en el cielo es un asunto especulativo. A pesar de esto, se han hecho varios intentos por encontrar fenómenos astronómicos que puedan coincidir con la descripción del evangelio. Kepler propuso que se trató de una supernova posterior a la conjunción de Júpiter y Saturno del año 7 a.C. El astrónomo A. J. Morehouse propuso agregar una segunda nova para formar una secuencia desde el 7 a.C. al 4 a.C.

Se han propuesto otras conjunciones, cometas, meteoros y hasta fenómenos sobrenaturales. Sin embargo, en el relato de Mateo es claro que los magos estudian un fenómeno astronómico duradero en el tiempo.

El sitio web The Star of Bethlehem extrajo nueve puntos del relato de Mateo que deben cumplir los fenómenos candidatos a explicar la estrella de Belén.

El fenómeno observado:

  • Indica nacimiento.
  • Se relaciona con la realeza.
  • Tiene un significado relacionado con el pueblo judío.
  • Se levanta en el este, como la mayor parte de las estrellas.
  • Sucede en un tiempo concreto.
  • No es evidente, ya que Herodes tuvo que preguntar cuándo había aparecido.
  • Dura un periodo considerable de tiempo.
  • Se adelantó al viaje de los magos hacia Belén.
  • Frenó su movimiento en el cielo.

Un conjunto de fenómenos estelares observables durante los años 3 a.C. y 2 a.C. cumple con todas las características indicadas. Antes de pasar a describir lo que fue una danza atípica para la astronomía antigua, expondremos algunas nociones sobre cómo los antiguos, a partir de los conocimientos de Babilonia, entendían los fenómenos celestes. Seguiremos la exposición de Dwight Hutchison en sus libros Star of Bethlehem y The Lion Led The Way.

El significado especial de algunos fenómenos celestes

El estudio del cielo y la interpretación de ciertas configuraciones de los astros formaron parte importante de la organización política de las sociedades antiguas. Desde Babilonia hasta el Imperio romano, los gobernantes prestaban especial atención a los fenómenos celestes y a su interpretación. El cielo anunciaba el destino de reyes y naciones.

Muchos ejemplos de interpretación de presagios babilónicos han llegado hasta nuestros días en tablillas.

Si Venus alcanza Šulpae [Júpiter] (variante: se acerca a Šulpae) y se detiene: la inundación se llevará la tierra, el agua alta vendrá.
Si Venus llega a Šulpae y se suceden: las aguas altas se llevarán la tierra.
Si Venus alcanza a Šulpae y lo pasa: vendrá un agua alta poderosa…
Si Venus entra en Júpiter (UD.AL.TAR): el rey de Akkad morirá, la dinastía cambiará, saldrá un soldado o el enemigo enviará un mensaje (pidiendo la paz) a la tierra…
Si Venus y Šulpae están en equilibrio y se encuentran: fin de la dinastía del rey de Amurru.

Reiner, E.; Pingree (1975) Babylonian Planetary Omens, p. 45, Styx Publications (traducción nuestra del inglés).

La lista de presagios es extensa y ha sido estudiada en detalle por Hutchison, quien sugirió que la estrella de Belén fue una combinación de configuraciones astronómicas inusuales y simbolismos proféticos.

Significado de los astros

Júpiter, llamado Šulpae o MUL.BABBAR, se consideraba la estrella real. La palabra estrella tenía un significado amplio y podía designar a cualquier astro. MUL.BABBAR se asociaba usualmente con el rey de Akkad, una poderosa ciudad-estado de la Mesopotamia.

La estrella Regulus, llamada Sharru o LUGAL, era la segunda estrella real en importancia. Esta estrella pertenece a la constelación de Leo. Los reyes partos acuñaron monedas que contenían a la estrella Regulus junto a la luna creciente.

Hutchison, en su libro The Lion Led the Way, cita a Ulla Koch-Westenholz, experta en astrología mesopotámica y autora del libro Mesopotamian Astrology.

En general, Júpiter es un presagio de abundancia y paz, excepto en estrecha relación con la Luna (salvo cuando se eclipsa), cuando presagia la muerte de un rey y luchas en la tierra, a menos que se identifique con Mul.LUGAL (Regulus), en cuyo caso trae largos días al rey.

Koch-Westenholz. Citado en: Hutchison, D. (2013) The Lion Led The Way, p. 195 (traducción nuestra del inglés).

Entre los judíos, escribe Hutchison, el planeta Júpiter fue llamado Sedeq (Tzedek), lo que significa justicia. El autor sugiere que los hebreos podrían haber dotado a Sedeq de connotaciones mesiánicas, ya que esperaban a un Mesías Justo que sería sacerdote según el orden de Melquisedec.

Nótese también que LUGAL (Regulus) puede traducirse en hebreo como Melech, que significa «rey». Los nombres hebreos Melech y Sedeq juntos podrían evocar ideas de «Melquisedec», una figura de rectitud mencionada en la Biblia (ver Génesis 14 y Hebreos 7).

Hutchison, D. (2014) The Star of Bethlehem, p. 23 (traducción nuestra del inglés).

El ciclo de MUL.BABBAR en la astronomía babilónica

El ciclo de Júpiter era registrado continuamente en los documentos astronómicos de Babilonia, lo que permitía su estudio y predicción. Este ciclo se compone de cinco fases.

  • Ascenso helicoidal (Fase Gamma Γ): Esta es la fase en que Júpiter es visible por primera vez al emerger desde el resplandor solar al amanecer. En los textos acadios, es la fase de aparición.
  • Primera estación (Fase Fi Φ): En esta fase, el planeta parece detener su movimiento con respecto a los demás astros por aproximadamente dos semanas, desde el punto de vista de un observador terrestre. Esta fase ocurre cuatro meses después de la primera fase.
  • Ascenso acrónico (Fase Theta θ): Esta fase sucede aproximadamente dos meses después de la primera estación. En ella, Júpiter se alza sobre el este al amanecer por última vez de manera visible. El nombre acadio significaba «ascenso diurno».
  • Segunda estación (Fase Psi Ψ): En la segunda estación, llamada estación trasera por los astrónomos de Babilonia, Júpiter parece detener nuevamente su movimiento. Esta fase ocurre dos meses después del ascenso acrónico.
  • Puesta helicoidal (Fase Omega Ω): Esta es la última visión del planeta sobre el cielo nocturno luego del atardecer. Después de 30 días o más, Júpiter hará un nuevo ascenso helicoidal, comenzando un nuevo ciclo.
Ciclo de 13 meses de Júpiter visto desde la Tierra.
Imagen tomada de Hutchison, D. (2014) The Star of Bethlehem, p. 24.

Movimientos planetarios y puntos estacionarios

A continuación presentamos los principales signos destacados por Hutchison. Recomendamos la lectura de sus libros para obtener mayores detalles.

Los eventos astronómicos que los reyes magos observaron.
Infografía con información adaptada de Hutchison, D. (2014) The Star of Bethlehem.

Es posible que esta sucesión de fenómenos celestes no haya podido interpretarse adecuadamente a partir de las listas de presagios de la astrología babilónica. Luego de un año y medio de estudiar el cielo, los magos llegaron a la conclusión de que un rey había nacido en Judea.

Al llegar a Belén, luego de hablar con Herodes en Jerusalén, una nueva observación habría de sorprender a los magos. Un signo de la estrella del nuevo rey apareció sobre el pueblo.

Hacia el final del mes de diciembre o primeros días de enero, Júpiter se encontraba nuevamente en un punto estacionario, detenido sobre el cielo de Belén en la constelación de Virgo. Esto habría sorprendido a los magos, que ya no esperaban encontrar más signos en el cielo luego de finalizado el ciclo de conjunciones de Júpiter y Regulus. La frase del evangelista sobre la guía de la estrella podría entenderse mejor de esta forma: «La estrella que habían visto en el Oriente se les adelantó y, al llegar a Belén, donde había nacido el niño, se detuvo [entró en un punto estacionario] encima del lugar».

Como puede inferirse de la secuencia presentada, ésta cumple con los nueve puntos requeridos para la explicación de la estrella de Belén.

¿Los magos visitaron a Jesús recién nacido?

Según la cronología presentada por Hutchison, los magos habrían llegado a Belén entre los últimos días de diciembre del 2 a.C. y los primeros días de enero del 1 a.C. Por ese mismo tiempo, Herodes comenzó a experimentar un rápido deterioro a causa de una enfermedad y se trasladó a Jericó.

Según la tradición, la visita de los magos ocurrió unos días después del nacimiento de Jesús. La matanza de los inocentes habría ocurrido cinco días antes de la muerte de Herodes, en algún momento entre la presentación en el Templo de Jesús y la Pascua del año 1 a.C.

Según la propuesta de Hutchison, Jesús nació en diciembre del año 3 a.C. y tenía un año de edad al momento de la visita de los magos. Su familia habría decidido, por algún motivo, criarlo en Belén y no en Nazaret. Se mudaron a este último lugar sólo al regresar de Egipto. Esta interpretación evoca la de algunos padres de la Iglesia que pensaron, basados en la decisión de Herodes de matar a los niños menores de dos años, que Jesús tenía esa edad cuando debió huir de Belén.

La versión eslava de la historia de los reyes magos parece sugerir que la visita se produjo a días del nacimiento, pero que luego pasó un año hasta que Herodes ordenara la matanza.

También se ha propuesto que el día de la visita a Herodes fue el 17 de Junio del 2 a.C., cuando la conjunción de Júpiter y Venus se vio en toda la zona como una estrella brillante. Esta versión encaja bien con la descripción del relato eslavo y con la interpretación astronómica. De ser así, Jesús habría nacido un poco antes de ese tiempo y la matanza habría ocurrido unos 8 o 9 meses después, lo que podría redondearse como un 1 año.

La información disponible sobre la historia de los reyes magos y la estrella de Belén no permite dar una respuesta adecuada a la pregunta sobre el momento del encuentro. Todo lo que dice Mateo es que Herodes calculó un periodo de dos años a partir de los datos sobre la estrella. En el texto eslavo se dice que los reyes estudiaron el cielo durante un año y medio antes de su visita y que el rey tardó un año más en ordenar la matanza.

La magia de los reyes magos

Los temas presentados pueden resultar extraños y poco comprensibles para un lector del siglo XXI, pero en la antigüedad tenían pleno sentido. El estudio de los fenómenos celestes dio lugar a conocimientos avanzados en matemática y astronomía, pero su interpretación no era separable de la teología.

Los magos eran sabios revestidos de la dignidad sacerdotal, aunque luego de exiliarse de Persia no hayan ejercido como sacerdotes en sus lugares de destino. Posiblemente, los magos de Arabia tuvieron un conocimiento profundo de las esperanzas mesiánicas del judaísmo y estudiaron el cielo en busca de signos que confirmaran las Escrituras. Los magos que permanecieron en territorio persa también podrían haber accedido a conocimientos de la religión judía.

No podemos saber con certeza quiénes fueron realmente los visitantes del Mesías recién nacido. La tradición cristiana los convirtió en reyes en los primeros siglos y los conocimientos astronómicos se fueron convirtiendo en simple magia. En la actualidad, millones de niños esperan con ansia que Melchor, Gaspar y Baltasar ingresen de forma misteriosa e inadvertida a sus hogares. Al día siguiente, despertarán alegres en busca de sus regalos, ya lejanos del oro, mirra e incienso que recibió el niño Jesús.

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